Después de haber tenido los judiones en remojo la noche anterior, los ponemos en una cacerola, con una cabeza de ajo, tres hojas de laurel, una cebolla pelada y entera, tres o cuatro zanahorias loncheadas, tres huesos de jamón con algo de jamón, a ser posible, para después separarlo del hueso y trocearlo y repartirlo en los Judiones. Unas orejas adobadas y troceadas, unos granos de pimienta blanca, una vuelta de chorizo serrano en rodajas y se cubren de agua y se pone a cocer. Una vez que comience la ebullición, se bajrá el fuego y lo dejaremos cocer lentamente. A media cocción se le añadirá agua, para «asustar» los judiones, con el fin de que no pierdan el pellejo, aunque a estos no les haga falta… son así de buenos por naturaleza.
Cuando estén cocidos, se apartan un cazo de judiones con caldo y la cebolla, se añade pimentón dulce y una punta de picante, se pasan por la batidora y se devuelve a la olla, para que espesen, (NADA DE HARINA). La cabeza de ajo se aplasta contra la pared de la olla y se retira el pellejo.
Se acompaña de una morcilla serrana, nunca, nunca de burgos. Se trocea y se incorpora al guiso, se rectifica de sal.
Se deja cocer despacio unos diez minutos y se apaga el fuego… al día siguiente se disfrutan… Buen provecho.