Una vez conseguido el rabo de novillo muerto, sí, porque vivo ¡Leches!, no se deja… es troceado, salado y enharinado mínimamente, se dora sutilmente en aceite de oliva, apartándolo, pasando a pochar en ese mismo aceite la cebolla, el pimiento, el apio y tres o cuatro ajos una vez cortados, incorporando el rabo, el laurel sin cortar, osea en hojas, la pimienta blanca en bolas, que no desnudas y por supuesto la zanahoria, a ser posible pequeñas y enteras, siendo rehogado con mimo, ya se sabe el rabo es una parte muy delicada, sea de quien sea, se incorpora media botella de vino de RIbera del Duero, se añade agua, se tapa la cacerola y se deja cocer a fuego lento.
La media botella restante, se la prieta mi menta tomando un aperitivio mientras se guisa el rabo.
Cuando el rabo está tierno y reposado, será el momento para que cualquiera que disponga de 18€ pueda sentir el placer en su paladar de un buen rabo estofado.